Inconvenientes domesticos

La presencia de plástico en los residuos en Buenos Aires, es, en la actualidad, gigantesca. Hay a considerarse, dos aspectos del plástico, principalmente en el caso de las bolsas de plástico, con respecto a la contaminación: una, la contaminación visual; y la otra, de un carácter ecológico y de mucha mayor importancia, la contaminación ambiental.

En el caso de la contaminación visual no necesita una explicación muy abundante para comprender sus consecuencias. La causa en sí es que la forma tradicional de expulsar bolsas de plástico con sus contenidos, que en una proporción importante presentan otros plásticos a su vez, a la vía pública, consiste en depositarlas en cestos. Pero en la Capital Federal y en barrios de extensa urbanización y alta densidad poblacional, o bien los cestos rebalsan y terminan habiendo bolsas depositadas en el suelo; o directamente, como ocurre en CABA, las bolsas se apilonan en el suelo, principalmente en las esquinas, una encima de la otra.

Ahora bien, a esto se suma un factor imposible de dejar de lado y que consiste en la alta cantidad de cartoneros y ambulantes de bajo estrato social que circulan por la vía pública y rompen la basura para extraer partes de su contenido. El problema aquí no es la discusión ética y socio-económica de la presencia de este grupo de personas, sino las consecuencias del hecho en sí. Lo que ocurre es que las bolsas quedan abiertas, y mucha basura de origen inorgánica, entre ella, plásticos, quedan al intemperie o fácilmente extraíbles.

Por su propia presencia en la vía pública todo esto resulta en una gran contaminación visual, particularmente para el turista que desconoce lo que aquí es considerado en gran medida como algo normal y aceptado ampliamente, aunque con gran desagrado, por los habitantes de la Capital.

Ante las fuertes tormentas que, particularmente en los últimos años, han azotado a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires, o bien las bolsas, o bien partes del contenido, se ven llevados por la corriente y son llevados hasta el sistema de desagote fluvial, que de por sí se ha mostrado deficiente en varias áreas Bonaerenses sacando incluso la presencia de basura; y aquí comienzan los verdaderos inconvenientes.Las bolsas obstruyen aún más el sistema fluvial y generan enormes inundaciones, especialmente en las zonas bajas del terreno, con impactos socio-económicos muy severos y hasta numerosas consecuencias en la salud de los habitantes, llevando a algunos incluso a su muerte. La contaminación se da, sin embargo en la mayor parte, cuando parte de esta basura arriba a los desagotes que, tanto en CABA como en GBA, se vierten en el Río de la Plata, ocasionando una contaminación ambiental irrecuperable en el corto plazo y también a largo plazo. Esto también tiene consecuencia en el tratamiento del agua potable, que asimismo, se extrae del Río de la Plata. Afecta ésta contaminación también a la pesca, al turismo rioplatense, y a sus playas, ya degradadas del estado natural en una proporción muy alta.

El plástico tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente, hasta 1.000 años según el tipo de plástico. Los fragmentos de plástico son ingeridos por animales, incluso por seres microscópicos como el plancton, contaminando la cadena alimentaria de la que dependemos. Los plásticos que se encuentran en el Río de la Plata son primariamente: las bolsas de plástico mismas, botellas de plástico, diversos fragmentos de distintos tipos de telgopor (derivado del plástico) y envases firmes o flexibles (esencialmente contenedores de productos alimenticios) de plástico.

El plástico contamina, por otro lado, a sectores urbanos que actúan como reservorios naturales o espacios públicos que son un “pulmón” de oxígeno en zonas altamente urbanizadas, como plazas, parques, reservas naturales, etc. Son conducidos hasta allí como consecuencia del incidente con alta recurrencia antes mencionado.

Otra visión al inconveniente es el rendimiento insuficiente del servicio recolector de residuos. De aquí se pueden generalizar dos visiones: que la culpa recae en el servicio mismo, que no cuenta con el equipo humano y con maquinaria necesaria para cubrir las necesidades de la población o en la población misma, que con su aglomeración  y su crecimiento apresurado, no da abasto con ningún sistema.

Ante todos estos hechos se han tomado numerosas decisiones, algunas reglamentadas por ley tanto Nacional como provincial y en Capital Federal misma. A continuación veremos las más pertinentes al asunto.

La Legislación Ambiental de la República Argentina, presente en la Constitución Nacional, dispone de varias leyes de beneficio ecológico, ya sea la prohibición de aguas cloacales y residuos industriales sin previo tratamiento a las aguas tanto continentales como marítimas, la penalidad o aplicación de multa ante la contaminación del Río de la Plata, y la detallada descripción de las medidas a tomar para cualquiera que pusiera en peligro la salud de los ciudadanos a través del envenenamiento de masas de agua potable u otras fuentes destinadas al uso público como la medicación o la cosecha.

A pesar de los cambios que se hagan en la Constitución, el sistema argentino para hacerlas cumplir no es muy eficiente y por lo tanto nos encontramos en el mismo punto de inicio. Sin embargo, Greenpeace, nuevamente se presta servicialmente para ayudarnos con nuestros problemas ambientales. A principios de los años ochenta, un pequeño grupo de expertos en reciclaje comenzó a hablar acerca de la idea del “reciclaje total”. De estas deliberaciones se llegó al concepto de “basura cero”. En 1990 ya se utilizaba el término “Basura Cero”. Una de las primeras políticas formales de “basura cero” fue creada en 1995, cuando Australia, promovió el objetivo “Ningún desecho en el 2010”. Desde entonces, la propuesta “Basura Cero” ha sido promovida como objetivo por gobiernos como Nueva Zelanda, Dinamarca, Canadá y Estados Unidos. Asimismo, una serie de empresas nacionales e internacionales adoptaron algunos de los principios de “Basura Cero”. “Basura cero” maximiza el reciclaje, disminuye los desechos, reduce el consumo y garantiza que los productos sean fabricados para ser reutilizados, reparados o reciclados para volver a la naturaleza o al mercado.

Ganada la pulseada contra la incineración en Argentina y ante la grave situación y la evidencia clara sobre la necesidad de hacer un cambio profundo en el modelo de manejo de residuos sólidos urbanos, en agosto de 2004 Greenpeace Argentina presentó un “Plan de Basura Cero para Buenos Aires”, que propone una serie de medidas a tomar, basadas en el concepto Basura Cero y en experiencias llevadas a cabo en distintos lugares del mundo.

El proyecto fue debatido en un proceso que duró un año, y llamó a la participación de distintos sectores, desde universidades, organizaciones ambientalistas, representantes de agrupaciones cartoneras, sectores empresariales y gubernamentales.

Tras idas y venidas, y con algunas modificaciones al proyecto original, la ley fue aprobada por unanimidad en noviembre de 2005. Desde entonces Greenpeace continúa reclamando la implementación de esta ley al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La ley de gestión integral de residuos sólidos urbanos define criterios de gestión de los residuos generados en la Ciudad de Buenos Aires y brinda las herramientas para generar la transformación que el actual sistema necesita urgentemente. El plan propuesto por la ley es la progresiva reducción de la cantidad de basura que se entierra mediante el crecimiento de las industrias asociadas al reciclado y recuperación de materiales y la reducción en la generación de residuos.

Más relacionado con los plásticos, Basura Cero se enfoca principalmente en el aumento creciente del consumo y desecho de bolsas de polietileno y su destino final que se ha vuelto un grave problema para las autoridades locales de Argentina. A esto debemos sumarle la percepción de la ciudadanía que reconoce en las bolsas que se desechan una fuente de contaminación y generación de impactos en el ambiente y la salud a lo largo de un prolongado período de tiempo. Mientras crece el número de ciudades o provincias que prohíben su uso, se promocionan diversas bolsas alternativas supuestamente “ecológicas” o biodegradables que, por un lado, también contienen derivados del petróleo que liberan metales pesados contaminantes y por otro, en ausencia de programas de reciclado, no presentan ventajas ambientales si son dispuestas en basurales a cielo abierto.

Presentar a las bolsas biodegradables como una solución al problema promueve continuar con el consumo irresponsable de las mismas. El consumo y descarte de las bolsas de plástico es parte de un problema mucho mayor, que necesita ser solucionado previamente, antes de que las bolsas biodegradables jueguen un papel realmente útil.

Tenemos un rol importante en la generación de los residuos. Mensualmente compramos y tiramos kilos de residuos que se disponen en rellenos o basurales generando graves problemas sanitarios y ambientales. Hay algunas pautas que los consumidores podemos tener en cuenta para la reducción de la cantidad de residuos que generamos, así como su composición tóxica. Es nuestro deber concientizar para que los proyectos que Argentina presenta para el cuidado ambiental sean de mayor utilidad. Primero hay que estar dispuestos a llevarlo a cabo.

 

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